martes, 7 de febrero de 2012

Alcaldía de Caracas recupera los espacios perdidos


Desde tempranas horas de la mañana se puede visitar el Parque Ezequiel Zamora, mejor conocido como El Calvario. Éste fue inaugurado en 1883 en una colina del centro de la ciudad, cuenta con 32 hectáreas y un seguro espacio donde estacionar los vehículos, en el Arco de la Federación; ahí mismo se toma un tren totalmente gratuito que lo llevará a un agradable paseo hasta la parte superior, donde se encuentra el Café Venezuela y la hermosa Capilla de Lourdes. Así lo dio a conocer Gustavo Díaz, encargado del transporte.
Una de los mayores atractivos de la visita, es el Café Venezuela, allí tendrá la oportunidad de degustar unos deliciosos cafés, chocolates, jugos, tortas, tequeños y se puede almorzar por un bajo precio, dentro de un ambiente exento de ruidos molestos. De esta manera lo explicó uno de los encargados de la cooperativa que maneja el lugar.
Si desea leer, aprender un poco de dibujo, pintura y moldeado en masa flexible; tendrá un lugar en la sala de lectura Paula Correa, donde también hay espacio para los más pequeños. En cambio si su gusto está orientado hacia la tranquilidad, puede ubicarse dentro de los espacios del Gazebo, una estructura del siglo XIX, que sirvió para la venta de flores de Galipán cuando existía el antiguo mercado de San Jacinto, en la ciudad de Caracas.
Pero el parque no termina ahí, se puede continuar recorriendo sus frondosos y muy limpios caminos llenos de paz y mucha seguridad ya que hay un módulo permanente de la Guardia Nacional Bolivariana, Policía de Caracas y Guías Brigadistas que están prestos a garantizar su total seguridad. Esto lo anuncio el Comandante encargado de la seguridad del parque, Teniente Carlos Osorio.
El Parque cuenta con varias plazoletas y monumentos dedicados a los próceres de la independencia. De todos resalta el que está a lo último de la cima, “El Libertador observando Caracas”, una estatua sobre un inmenso pedestal hecha en el año 1911 donada por la comunidad Sirio-Libanesa para conmemorar el primer centenario de la Proclamación de la Independencia.
Para llegar a la estatua hay que recorrer un camino en forma de caracol, que tiene como característica muchas flores que le adornan.
Para los niños existen varios espacios abiertos donde pueden correr, manejar bicicleta, disfrutar de la naturaleza y conocer un poco de la historia a través de las pancartas que se encuentran a lo largo de las instalaciones.
Es un paseo reconfortante que aleja al visitante de los ruidos de la capital y lo lleva a un pasado lleno de cultura, además de acercarlo a la naturaleza y a sus bellezas naturales que se pueden encontrar en medio de una gran metrópolis.
María Verónica Horta

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